lunes, 11 de julio de 2011

Asombro, Temor y Esperanzas en Hualpén

En medio del caudal informativo acerca del caso “Marcelo Rivera”, hay un aspecto que a mi juicio no se ha mencionado en su debida dimensión, y que se relaciona con los sentimientos tan diversos de la comunidad hualpenina, que en general ha reaccionado con asombro y estupor frente a la llamada "Investigación Secreta" y a los allanamientos ordenados por la Fiscalía.
Se percibe aquí una mezcla de angustiosa compasión y alegría reprimidas por el temor frente a los repentinos y casi imprevistos acontecimientos, ya para nadie era desconocida la fuerza y energía del Alcalde, junto a su audacia y habilidad política como ha sido destacado en los medios.
Pero es necesario dejar de lado la hipocresía y el temor, para reconocer que ante lo ocurrido, también hay signos de esperanzas por parte de pobladores y dirigentes sociales que por años vienen sufriendo el verse rechazados y discriminados por no formar parte de las huestes partidistas o partidarias del Jefe Comunal.
La discriminación social es algo que –por lo complejo– no siempre es abordado por los medios, y es lo que ocurre en Hualpén, independiente de las razones para que los resultados electorales no se ajusten a esta realidad.
Porque hay barrios completamente abandonados, sin áreas verdes y que parecen potreros, por el sólo hecho de que sus dirigentes vecinales no están alineados políticamente con el Alcalde. Barrios a los que no se le entregaron juguetes para más de una navidad –castigando injustamente a decenas de niños– y que tampoco recibieron la misma ayuda que otros sectores cuando las necesidades eran iguales, con motivo del sismo del 27F.
Y es que su “meteórico ascenso político” lo ha hecho Rivera transitando por una calzada de doble vía, de modo que mientras ha tendido su mano a quienes le respaldan incondicionalmente, ha discriminado de manera increíble a quienes simplemente no son de su sector, o se han atrevido a criticarle, o más aún, han intentado combatir sus errores. Basta que una persona haya sido “marcada” por el Jefe, para que sus funcionarios municipales hagan lo propio.
Más allá de la cuestión financiera, como recursos no declarados o no invertidos, el trato y la discriminación social es una lacra que se espera comience a llegar a su fin.
Porque así como el Alcalde se jacta frecuentemente de haber luchado contra la “dictadura” militar, él mismo ha instaurado una forma “dictadura comunal” en Hualpén, como ha sido denunciado en más de una ocasión, pero casi en voz baja, tanto por pobladores como entre funcionarios municipales, profesores y trabajadores de la salud.
Todo Hualpén espera que lo ocurrido se aclare a la mayor brevedad, para seguir la vida cotidiana en tranquilidad y en procura siempre de una calidad de vida mejor.

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